A los 10 años me apunté a gimnasia rítmica, porque mi prima Lorena practicaba este deporte y me encantaba todo lo que hacía, volteretas, ponerse la pierna detrás de la cabeza, hacer el pino puente sin ponerse roja... Le pedí a mi madre que me apuntara a las clases extra escolares que organizaban en el cole por aquel entonces y así lo hizo, me apuntó.
Estuve todo el año escolar por las tardes yendo 2 veces a la semana y había un montón de niñas que eran tan cañeras como mi prima, YO QUERÍA HACER LO MISMO QUE TODAS.
Pasaron los meses y poco a poco gané elasticidad, hacía el espagat, el pino el puente y todo eso... y llegó la gran exhibición de final de curso a la que mi madre asistió, claro. Y me hizo fotos. Y yo las quería ver a toda costa. Y las ví. Y CASI ME MUERO.
Mi estilo era como el de un jugador de rugby en plena liga nacional, corriendo por la pista como si fueran los 100 metros lisos, el salto la gacela LO DESTERRÉ, parecía que estaba saltando una zanja huyendo de la policía... mi estilo era COMO UN HOMBRE JUGANDO A SER GIMNASTA... Me hundí y pedí a mi madre que no me apuntará jamás a cosas de chicas en las que hay que ser delicada. Vamos, ni danza, ni ballet ni nada de nada!!!
Mi hermano hacía taekwondo, ESO SÍ MOLABA, él daba patadas por el aire, se tiraba por el suelo, luchaba!!! Mamá yo quiero hacer lo que hace Pedro!!!. Pero nos mudábamos ese mismo verano a otra casa y a otro cole, pero por suerte, había kárate!!!
Buah!! eso era lo mío, ser un poco chicazo sobre un tatami no se notaba, porque con el kimono lo de estirar las puntitas de los pies cuando haces el espagat, NO PEGABA NADA. Ahí sí que me molaba estar. Y me fue más que bien, me fue súperbien, porque aparte de llegar con una elasticidad "que pa qué" (que me venía genial para las patadas altas, qué bien hice en apuntarme a gimnasia rítmica oye), pude competir muchas veces y conocer una cultura humilde, leal y respetuosa. Con valores que me aportaron muchísimo como persona y que a día de hoy vuelvo a practicar este deporte desde hace 2 semanas, porque NUNCA he dejado de pensar como una karateka (desde el punto de vista del respeto y la virtud, no por meter palizas a la peña).
Y mi vuelta a los tatamis ha sido tan increíble, que incluso he aportado algo para el kárate, algo que se me da muy bien, el diseño gráfico!. Fernando Pérez, mi shihan, un tío genial que es 6º DAN y que me recibió con los brazos abiertos en su dojo sin dudarlo, me pidió ayuda para crear una marca que se verá en muchas competiciones. Él hizo un diseño previamente, resultaba un poco cargado (aceptó mis críticas encantado), con muchos degradados y volúmenes que a la hora de reproducirlo en diferentes soportes, podría no salir bien.
Le presenté varias propuestas, jugando con las tipografías, empleando fuentes con mucho cuerpo para las iniciales, atreverse a usar medio kanku... en resumen, reducir un poquito su aspecto y al final tras varias ideas, ésta fue la definitiva.
Dos tintas planas, equilibrado y con todos los elementos que debían aparecer presentes.
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